La niña dejó sus dos zapatos rojos sobre una manta, pues no quería que se le ensuciaran al jugar en la orilla del río.
Unas ardillas vieron los zapatos rojos desde lo alto del árbol. Bajaron rápidamente y tomaron uno, lo ubicaron encima de una rama . Funcionó perfecto para guardar todas las nueces y semillas recolectadas.
Una jirafa que buscaba hojas frescas en las copas de los arboles, comió del árbol donde estaban las ardillas. El zapato rojo se le enredó en uno de sus cuernos. Sacudió su cabeza con fuerza. El zapato rojo cayó en la orilla del gran río.
Unos ratones que intentaban pasar al otro lado del río lo encontraron y lo usaron de bote para navegar.
A las ranas les gustó mucho el zapato rojo. Se bañaron dentro de este, brincaron sobre este y luego dejaron sus huevos en el agua que se reposaba adentro.
Después de unos días los renacuajos salieron de los huevos. Nadaron y nadaron hasta que en ranas se convirtieron, salieron del zapato y se fueron.
Después del invierno, llegó la primavera. Germinaron las plantas y salieron flores. Una familia de mariquitas vivió dentro del zapato rojo por un tiempo. Una de las mariquitas cargó un día una semilla y la guardó dentro del zapato.
Las mariquitas se fueron y la semilla germinó. Nació una pequeña planta.
Un día una niña caminaba por un prado cerca del río. Se sorpendió cuando encontró su zapato rojo, el que había buscado por mucho tiempo. Tomó el zapato y lo llevó con ella a su casa. La niña dejó el zapato rojo al lado de su casa, en un prado verde. La niña creció y el árbol dentro del zapato también. Muchos años pasaron… Siempre que miraba por su ventana veía su hermoso Zapato Rojo colgado de una rama.
Autor Ana María Lora Torres
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