Cuento sobre el Miedo en la Noche

Cuento sobre el Miedo en la Noche

“¡Que Miedo, hay Algo en el Cuarto!”

El Miedo se alimenta, crece y muta cuando se huye. Por el contrario, cuando se enfrenta, disminuye.   Este es un cuento sobre el miedo, para Niños.

Al principio Pedro solo sentía un pequeño miedo, era “un Algo feo” lo que le asustaba, no sabía bien que era, pero era “Algo en el cuarto”. Aunque nunca tan espeluznante como para salir corriendo a la cama de los padres.

Solo que un día Pedro se levantó en la noche porque un pequeño mosquito le zumbaba en el oido y no le dejaba dormir, se imaginó al “Algo”, y no quiso ese día sentirse ni un poquitico valiente, así que se paró de su cama, sin mucho afán, ni miedo y se fue a la cama de sus padres.

Al otro día, se levantó en la noche con un poco de sed, todo estaba oscuro y el "Algo", tenía algo más que el día anterior, le habían crecido dos patas largas, muy largas y al final unas garras.  “¡No!, horrible, no quiero estar solo en mi cuarto” y se subió nuevamente a la cama de sus padres.

Nuevamente al siguiente día, ya no fue un sancudo,  ni tener sed, fueron terribles ganas de ir al baño. Cuando se levantó se imaginó al “Algo”, pero ya no solo eran patas largas con garras, ahora le había salido una cresta en su cabeza, de colores, punteagudas. “¡Que miedo!” “¡Que susto!” y de un solo brinco entró en la cama de sus padres.  “Ya estoy a salvo”.

Y así pasaron los días, uno tras otro, y uno tras otro cada vez el miedo se incrementaba más. Y con su miedo al Algo le salía cada vez más algo. Primero fueron las patas largas, garras, luego la cresta, luego apareció una nariz larga y fea. Salieron ojos grandes y saltones. Luego fueron colmillos, después púas, brazos largísimos… Realmente el algo se había convertido en todo un Monstruo.

Un día, el hermano mayor de Pedro entró en la noche al cuarto de Pedro mientras él dormía pues había dejado unos libros de su estudio de Historia.  Cuando depronto Pedro abrió los ojos haciendo un pequeño huequito a las cobijas, ojos abiertos y asustados… quería gritar, “¡cuidado, corramos!”, pero esta vez solo se metió entre las cobijas y por el pequeño espacio entre las cobijas miró lo que sucedía…

El hermano definitivamente no le tenía miedo “al Algo, realmente temía a pocos algos”, y permanecío buscando el libro en el cuarto de Pedro.  El Algo, ya transformado en monstruo, apareció, como siempre lo hacía. Pero esta vez,  mientras Pedro lo miraba se desvanecieron sus garras y luego sus brazos largos…

Pedro permaneció esa noche en su cuarto, se llenó de valentía y permaneció.

Al otro día, Pedro pensó y pensó todo el día en lo sucedido con “el Algo”, y al final concluyó:  “la Valentía es el arma!”.   Esa tarde, se preparó con mucha Valentía para enfrentar el monstruo, construyó con cartón una espada, la que coloreó de Valentía haciéndola poderosa. Armó un escudo, el que cubrió de poderosa Valentía. Hizo una cajita atrapa miedos, la que dibujó con muchos dibujos de Valentía. Y esa noche, muy preparado aguardó despierto y con toda la Valentía a que apareciera el algo transformado de Monstruo.  Huir no era lo correcto, pues toda la Valentía se desvanecería.  La Valentía se nutría de paciencia, de espera, de decisión.  Así permaneció Pedro, muy decidido.

Y muy tarde apareció nuevamente el Monstruo, mutante del Algo.

Pedro tomó el armadura y la espada cargada de poderosa Valentía. Ahí, quieto, sin dar ni un movimiento de huida… 

Primero se desvaneció la cresta de colores.  Luego, la cola se hizo pequeña, muy pequeña y quedó metida entre las patas, pequeñas y graciosas.

Luego los ojos saltones se hicieron pequeños, como de ratón asustado. 

“¡Guau!” Explamó Pedro, e incrementó el sentimiento de Valentía, se paró y lo enfrentó con mayor decisión.

Rápidamente los colmillos se convirtieron en pequeños dientes, como de niño pequeño, las púas en delgados pelos…  los brazos pequeños y pegados al cuerpo.  Ya no era un monstruo, ahora era un “algo débil”, pequeño, sin poder, hasta chistoso.

Pedro se sintió todavía más fuerte y seguro. Así que tomó la cajita atrapa miedos, la abrió y le mandó a entrar.  “Entra ya y quedate ahí quieto, te mando”. Tal seguridad en su voz, junto con toda la Valentía le hizo a el algo ingresar con mucha rapidez, ni siquiera lo dudó.

Que buena noche había sido esta para Pedro. Había vencido al más temible monstruo. 

Realmente se sentía preparado para vencer muchos más, futuros.

Guardó la cajita como recuerdo de un algo vencido. Y cada vez que algo empezaba a atemorizarlo, antes de que creciera y se transformara, miraba la cajita para recordar que la solución estaba en él, en la Valentía de enfrentar y no huir.

 

El miedo limita, el miedo es un obstáculo para el aprendizaje sano de los niños.  Si quieres una orientación puedes llamar a Ludik, 2741162 o al 3165292473 y nuestros Profesionales, psicólogos, con gusto te orientarán.