La Cosa Más Miedosa
“El Miedo se alimenta, crece y muta cuando tu huyes”. Por el contrario, cuando lo enfrentas, disminuye. Este es un cuento sobre el miedo, para Niños…y para Padres.
Al principio Timi solo sentía un pequeñísimo miedo, era “una Cosa fea” lo que le asustaba, no sabía bien que era, pero era “una Cosa en el cuarto”. Aunque nunca tan espeluznante como para salir corriendo. Podía dormir con “eso”.
Solo que un día Timi se levantó en la noche porque un pequeño mozquito le zumbaba en el oido y no le dejaba dormir, se imaginó a la “Cosa”, y no quiso ese día sentirse ni un poquitico valiente, así que se paró de su cama, sin miedo, sin afán y se fue a la cama de sus padres donde durmió toda la noche.
Al otro día, se levantó en la noche con un poco de sed, todo estaba oscuro y la "Cosa", tenía algo más que el día anterior, le habían crecido dos patas largas, muy largas y al final unas garras. “¡No!, horrible, no quiero estar solo en mi cuarto” y se subió nuevamente a la cama de sus padres donde nuevamente durmió toda la noche.
Al siguiente día, ya no fue un zancudo, ni tener sed, fueron terribles ganas de ir al baño. Cuando se levantó se imaginó a la “Cosa”, pero ya no solo eran patas largas con garras, ahora le había salido una cresta en su cabeza, de colores, punteagudas. “¡Que miedo!” “¡Que susto!” y de un solo brinco entró en la cama de sus padres. “Ya estoy a salvo”, se dijo a sí mismo.
Y así pasaron los días, uno tras otro, y uno tras otro cada vez el miedo se incrementaba más. Y con su miedo a la “Cosa” le salía cada vez más algo. Primero fueron las patas largas, garras, luego la cresta, luego aparecieron dos ojos grandes y saltones. Luego fueron colmillos, cola larga y después púas en la cola… Realmente la “Cosa” se había convertido en todo un Monstruo.
Un día, el hermano mayor de Timi entró en la noche a su cuarto mientras él dormía pues había dejado un libro de matemáticas. Cuando de pronto Timi abrió los ojos y miró a través de un pequeño huequito en las cobijas. Tenía ojos abiertos y muy asustados… quería gritar, “¡cuidado hermano, corramos!”, pero esta vez solo se metió entre las cobijas y por el pequeño espacio entre las cobijas miró lo que sucedía sin decir nada y sin moverse…
El hermano definitivamente no le tenía miedo a "la Cosa", realmente temía a pocas Cosas. Permaneció buscando el libro en el cuarto de Timi. La “Cosa”, ya transformada en un horrible monstruo apareció, como siempre lo hacía. Pero esta vez, mientras Timi la miraba se desvanecieron sus garras y luego sus brazos largos…
Timi permaneció esa noche en su cuarto, se llenó de valentía y permaneció.
Al otro día, Timi pensó y pensó durante todo el día en lo sucedido con “la Cosa”, y al final concluyó: “La Valentía es el arma!”.
Esa tarde, se preparó con mucha Valentía para enfrentar al monstruo, construyó con cartón una espada, la que coloreó de Valentía haciéndola poderosa. Armó un escudo, el que cubrió de poderosa Seguridad. Hizo una cajita atrapa miedos, la que dibujó con muchos dibujos de Fuerza. Y esa noche, muy preparado, aguardó despierto a que apareciera la “Cosa” transformada de Monstruo. Huir no era lo correcto, pues toda la Valentía, Seguridad y Fuerza se desvanecerían. Tenía miedo, claro, pero ante todo tenía una fuerte convicción de que debía permanecer. Así permaneció Timi, muy seguro, fuerte y decidido.
Y muy tarde apareció nuevamente el Monstruo, mutante de la “Cosa”.
Timi tomó el armadura de Seguridad y la espada cargada de poderosa Valentía. Ahí, quieto, sin dar ni un movimiento atrás… Gritó: “!Este es mi cuarto, yo mando aquí, yo tengo el poder y tu te vas!”.
La “Cosa se asustó”, primero se desvaneció su cresta de colores. Luego, la cola se hizo pequeña, muy pequeña y graciosas.
Luego los ojos saltones se encogieron, como de ratón asustado.
“¡Guau!” Explamó Timi, sí funciona. El miedo disminuyó un poco e incrementó el sentimiento de Valentía y de Seguridad. Lo enfrentó con mayor decisión.
Rápidamente los colmillos se convirtieron en diminutos dientes, como de niño pequeño; las púas se transformaron en delgados pelos… Ya no era un monstruo, ahora era una “Cosa” débil, pequeña, sin poder, hasta graciosa.
Timi se sintió todavía más fuerte y seguro. Así que tomó la cajita atrapa miedos cargada de su Fuerza Interior, la abrió y le mandó a entrar: “¡Entra ya y quédate ahí quieto, te mando!”. Tal Seguridad en su voz, le hicieron al algo ingresar rápidamente a la cajita. Y ahí se quedó.
Que buena noche había sido esta para Timi. Había vencido al más terrible monstruo, su monstruo.
Realmente se sentía preparado para vencer muchos más, futuros.
Guardó la cajita y la espada como recuerdo de un Miedo enfrentado y derrotado. Y cada vez que una “Cosa” empezaba a atemorizarlo, antes de que creciera y se transformara en algo muy fuerte, miraba la cajita y la espada para recordar que la solución estaba en él, en su Seguridad, en su Fuerza Interior y en la capacidad de enfrentarlo con Valentía.
Autor: Ana María Lora T
Psicóloga-Directora de Ludikcenter
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